domingo, 18 de septiembre de 2011

El hombre del Tao

En tiempos antiguos, el perfecto Hombre del Tao era sutil, penetrante y tan profundo que dificilmente podía ser comprendido.
Debido a que no puede ser comprendido, trataré de describirlo.
Él es cuidadoso, como alquien que cruza un arroyo en invierno.
Es atento, como alguien que siente temor de sus vecinos.
Es modesto, como quien es huésped en una casa.
Es delicado como el hielo que está a punto de derretirse.
Es simple, como una madera que aún no sido labrada.
Está vacío, como los valles bajos.
Él parece oscuro, como el agua turbia.
Cuando la oscuridad se desvanece ante la llegada de la luz, ¿quién puede apresurar la llegada de esa claridad?
Cuando hay algo turbio que por sí mismo se limpia. ¿quién puede apresurar la llegada de esa limpidez?
Y cuando hay algo estancado que por sí mismo comienza a fluir, ¿puede alguien  apresurar ese avance?
Aquel que conoce estos principios no desea la perfección.
Y debido a que no desea la perfección, cuando decae, es capaz de renovarse
Lao Tse
Cap. 15

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