domingo, 24 de enero de 2010

El Ángel de la bicicleta

Homenaje de Leon Gieco a Claudio "Pocho" Lepratti, asesinado por la policía de Rosario mientras subido al techo del comedor infantil en el cual trabajaba gritaba "No disparen, aquí solo hay niños comiendo". 
Si no estoy mal informada, era catequista salesiano.
Moni


sábado, 23 de enero de 2010

El cobarde cuida su imagen, el valiente su autoestima.


En el diccionario de la Real Academia española encontramos la definición del adjetivo de cobarde, como pusilánime, sin valor ni espíritu, en cambio explica como valiente,  a  lo fuerte y robusto en su línea, esforzado y animoso de valor, y casualmente, para este segundo adjetivo, posee mayor cantidad de definiciones.
A primera vista, las diferencias son evidentes, pero en la realidad, no acontece de manera tan concreta.
Muchas personas, detrás de sus armaduras y sus máscaras, guardan cobardías, actitudes que demuestran un espíritu débil. Lo que parece fuerte, no lo es. Aquel que grita más, que se impone, que no puede dialogar y recibir una opinión diferente, el que compite todo el tiempo a fin de no ser sacado de su puesto, cierto machismo cultural, y una lista que sería interminable, son actitudes de cobardía.
Con esto no afirmo que toda la persona lo es, sería menoscabarla, pero solemos movernos de modo escindido, en algunas lugares y con ciertas personas, escondemos quien realmente somos, un ser humano, con sentimientos y temores, como cualquiera.
Si nos vinculamos desde la armadura o la máscara, no hay duda de que preserveramos nuestra imagen delante de los otros, pero por dentro quedará un ser humano débil,  y solamente en su soledad, sabrá quien realmente es, y que no ha podido integrar aquellas zonas de sí, que incluso ante sus propios ojos son débiles.
Considero que la sociedad en las que nos movemos también promueve la cobardía, tapándonos de tecnología, de identidades falsas por internet, de un bien-estar que sólo piensa en sí. 
Y decir débiles, es hasta un error. Porque son justamente esos aspectos vulnerables, los que nos hacen más personas, seres humanos completos y solidarios con los otros.
Nos han hecho creer que Superman y la Mujer Maravilla, por decir heroes y heroínas de mi infancia, son los valientes, y no nos han mostrado, que valientes fueron aquellas personas que como nuestros padres, han querido traernos a la vida, criarnos, salir a trabajar todas las mañanas para darnos una educación. Por supuesto, nada de esto es taxativo, también quienes nos dieron la vida tienen aspectos débiles.
Lo que intento expresar, es que valiente es áquel que es capaz de sostener una autoestima sana de sí, defender su derecho de ser quien es, arriesgar cada día a amar y hasta a salir herido.
Me pregunto cuál será el filo hilo de la diferencia que sostiene a estos dos aspectos que conviven dentro nuestro.

viernes, 22 de enero de 2010

HIMNO DE MI CORAZÓN

¡¡Qué buena frase !!! La vida es un libro útil para áquel que puede comprender.
Moni




domingo, 17 de enero de 2010

El agua y la vida, no se negocian

Es un video de 2 minutos y medio. Con la participación voluntaria de lossiguientes actores: Julieta Diaz, Raúl Taibo, Georgina Barbarossa, Silvia Pérez,
Mirta Wons, Gastón Pauls, Nicolás Pauls, Laura Azcurra, Carlos Portaluppi,Juan Palomino,Leonor Manso,Celina Font,

Cristina Martin (Conciencia Solidaria).

Realizado por el director Pablo D'Alo Abba.


viernes, 15 de enero de 2010

El mejor día es hoy

Un video corto y lindo para ver. Haciendo clic sobre el título lo pueden ver
Moni

martes, 12 de enero de 2010

El caballero de la armadura oxidada


 ¿Qué encontaremos debajo de la armadura?


Un libro que me atrapó desde que lo leí. Para pensar nuestras "armaduras". Siempre estamos a tiempo de "desarmarlas" y mostrar quien está dentro de ella.
Como dice el refrán: "al que le caiga el sayo, que se lo ponga..."
En otro momento les comparto otro trozo.
Moni

 


EL DILEMA DEL CABALLERO


Hace ya mucho tiempo, en una tierra muy lejana, vivía un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso. Hacía todo lo que suelen hacer los caballeros buenos, generosos y amorosos. Luchaba contra sus enemigos, que era malos, mezquinos y odiosos. Mataba a dragones y rescataba a damiselas en apuros. Cuando en el asunto de la caballería había crisis, tenía la mala costumbre de rescatar damiselas incluso cuando ellas no deseaban ser rescatadas y, debido a esto, aunque muchas damas le estaban agradecidas, otras tantas se mostraban furiosas con el caballero. Él lo aceptaba con filosofía. Después de todo, no se puede contentar a todo el mundo.


Nuestro caballero era famoso por su armadura. Reflejaba unos rayos de luz tan brillantes que la gente del pueblo juraba no haber visto el sol salir en el norte o ponerse en el este cuando el caballero partía a la batalla. Y partía a la batalla con bastante frecuencia. Ante la mera mención de una cruzada, el caballero se ponía la armadura entusiasmado, montaba su caballo y cabalgaba en cualquier dirección. Su entusiasmo era tal que a veces partía en varias direcciones a la vez, lo cual no es nada fácil.
Durante años, el caballero es esforzó en ser el número uno del reino. Siempre había otra batalla que ganar, otro dragón que matar y otra damisela que rescatar.
El caballero tenía una mujer fiel y bastante tolerante, Julieta, que escribía hermosos poemas, decía cosas inteligentes y tenía debilidad por el vino. También tenía un hijo de cabellos dorados, Cristóbal, al que esperaba ver algún día, convertido en un valiente caballero.


Julieta y Cristóbal veían poco al caballero porque, cuando no estaba luchando en una batalla, matando dragones o rescatando damiselas, estaba ocupado probándose su armadura y admirando su brillo. Con el tiempo, el caballero se enamoró hasta tal punto de su armadura que se la empezó a poner para cenar y, a menudo, para dormir. Después de un tiempo, ya no se tomaba la molestia de quitársela para nada. Poco a poco, su familia fue olvidando qué aspecto tenía sin ella.


Ocasionalmente, Cristóbal le preguntaba a su madre qué aspecto tenía su padre. Cuando esto sucedía, Julieta llevaba al chico hasta la chimenea y señalaba el retrato del caballero.

- He aquí a tu padre - decía con un suspiro.

Una tarde, mientras contemplaba el retrato, Cristóbal le dijo a su madre:

-Ojalá  pudiera a ver a padre en persona.


-¡No puedes tenerlo todo! - respondió bruscamente Julieta.

Estaba cada vez más harta de tener tan sólo una pintura como recuerdo del rostro de su marido y estaba cansada de dormir mal por culpa del ruido metálico de la armadura.


Cuando paraba en casa y no estaba absolutamente pendiente de su armadura, el caballero solía recitar monólogos sobre sus hazañas. Julieta y Cristóbal casi nunca podían decir una palabra. Cuando lo hacían, el caballero las acallaba, ya sea cerrando su visera o quedándose repentinamente dormido.

Un día, Julieta se enfrentó a su marido.

- Creo que amas más a tu armadura de lo que me amas a mí.


- Eso no es verdad - respondió el caballero - ¿Acaso no te amé lo suficiente como para rescatarte de aquel dragón e instalarte en este elegante castillo con paredes empedradas?


- Lo que tu amabas - dijo Julieta, espiando a través de la visera para poder ver sus ojos - era la idea de rescatarme. No me amabas realmente entonces y tampoco me amas realmente ahora.


- Sí que te amo - insistió el caballero, abrazándola torpemente con su fría y rígida armadura, casi rompiéndole las costillas.

-¡Entonces, quítate esa armadura para ver quién eres en realidad!

(...)


De mala gana, el caballero intentó quitarse el yelmo pero, ¡no se movió!. Tiró con más fuerza. Estaba muy enganchado. Desesperado, intentó levantar la visera pero, por desgracia, también estaba atascada. Aunque tiró de la visera una y otra vez, no consiguió nada.


El caballero caminó de arriba abajo con gran agitación. ¿Cómo podía haber sucedido esto? Quizá no era tan sorprendente encontrar el yelmo atascado, ya que no se lo había quitado en años, pero la visera era otro asunto. Lo había abierto con regularidad para comer y beber. Pero bueno, ¡si la había abierto esa misma mañana para desayunar huevos revueltos y cerdo en su salsa!.


Repentinamente, el caballero tuvo una idea. Sin decir adónde iba, salió corriendo hacia la tienda del herrero, en el patio del castillo. Cuando llegó, el herrero estaba dándose forma a una herradura con sus manos.


- Herrero - dijo el caballero - tengo un problema.


- Sois un problema, señor - dijo socarronamente el herrero, con su tacto habitual.


El caballero, que normalmente gustaba de bromear, arrugó el entrecejo.


- No estoy de humor para tus bromas en estos momentos. Estoy atrapado en esta armadura - vociferó, al tiempo que golpeaba el suelo con el pie revestido de acero, dejándolo caer accidentalmente sobre el dedo gordo del pie del herrero.


El herrero dejó escapar un aullido y, olvidando por un momento que el caballero era su señor, le propinó un brutal golpe en el yelmo. El caballero sintió tan sólo una ligera molestia. El yelmo ni se movió.


- Inténtalo otra vez - ordenó el caballero, sin darse cuenta de que el herrero le había golpeado porque estaba enfadado.


- Con gusto - dijo el herrero, balanceando un martillo en venganza y dejándolo caer con fuerza sobre el yelmo del caballero. El yelmo ni siquiera se abolló.


El caballero se sintió muy turbado. El herrero era, con mucho, el hombre más fuerte del reino. Si él no podía sacar al caballero de su armadura, ¿quién podría?.


Como era un buen hombre, excepto cuando le aplastaban el dedo gordo del pie, el herrero percibió el pánico del caballero y sintió lástima.


- Estáis en una situación difícil, caballero, pero no os deis por vencido. Regresad mañana cuando yo haya descansado. Me habéis cogido el final de un día muy duro.


Aquella noche, la cena fue difícil. Julieta se enfadaba cada vez más a medida que iba introduciendo por los orificios de la visera del caballero la comida que había tenido que triturar previamente. A mitad de la cena, el caballero le contó a Julieta que el herrero había intentado abrir la armadura, pero que había fracasado.


-¡No te creo, bestia ruidosa! -Gritó al tiempo que estrellaba el plato de puré de estofado de paloma contra su yelmo.


El caballero no sintió nada. Sólo cuando la salsa comenzó a chorrear por los orificios de la visera, se dio cuenta de que le habían dado en la cabeza. Tampoco había sentido el martillo del herrero aquella tarde. De hecho, ahora que lo pensaba, su armadura no le dejaba sentir apenas nada, y la había llevado durante tanto tiempo que había olvidado cómo se sentían las cosas sin ella.


El caballero se entristeció mucho porque Julieta no creía que estaba intentando quitarse la armadura. El herrero y él lo habían intentado, y lo siguieron intentado durante días, sin éxito. Cada día el caballero se deprimía más y Julieta estaba cada vez más fría.


Finalmente, el caballero admitió que los esfuerzos del herrero eran vanos.

-¡Vaya con el hombre más fuerte del reino! ¡Ni siquiera puedes abrir este montón de lata! - gritó con frustración.


Cuando el caballero regresó a casa, Julieta le chilló:


- Tu hijo no tiene más que un retrato de su padre, y estoy harta de hablar con una visera cerrada. No pienso volver a pasar comida por los agujeros de esa horrible cosa nunca más. ¡Este es el último puré de cordero que te preparo!


- No es mi culpa si estoy atrapado en esta armadura. Tenía que llevarla para estar siempre listo para la batalla. ¿De qué otra manera, si no, hubiera podido comprar bonitos castillos y caballos para ti y para Cristóbal?


- No lo hacías por nosotros - argumentó Julieta, ¡Lo hacías por ti!.


Al caballero le dolió en el alma que su mujer pareciera no amarlo más. También temía que, si no se quitaba la armadura pronto, Julieta y Cristóbal realmente se marcharían. Tenía que quitarse la armadura, pero no sabía cómo.

  • Fischer, Robert, El caballero de la armadura oxidada

domingo, 10 de enero de 2010

El camino de las estrellas.

Un paseo por Galicia, la " terra dos  mes avós" (tierra de mis abuelos). El 2010 es el año Xacobeo. Para todos aquellos que tenemos un pedacito del corazón puesto en Galicia, y con alma de peregrinos.

viernes, 1 de enero de 2010

Cosas que nadie sabe de mí

Para pensar....
Haciendo clic sobre el título, se les va a abrir el blog de Melina Meller

Moni