sábado, 4 de septiembre de 2010

Al rescate del dolor original



Muchas de nuestras conductas de adulto son lo que se denominan “regresiones espontáneas”, nos enfurecemos o castigamos a los otros, debido a que nos hemos tragado la ira y la  frustración  del modo que lo hemos aprendido de niños. A veces serán desahogos emocionales, alejamientos físicos, etc..., lo que generalmente nos deja aislados y avergonzados.
Cuando el desarrollo de un niño se frustra, cuando los sentimientos se reprimen, especialmente la ira y el dolor, ese niño se convertirá físicamente en adulto pero en su interior permanecerá aislado y herido. Ese niño herido contaminará espontáneamente la conducta de la persona adulta.
Puede parecer absurdo que un niño pueda seguir viviendo en un adulto, pero si ese niño herido es descuidado, es una fuente importante de dolor humano. Hasta que no reconozcamos el dolor original que generó nuestras heridas, seguiremos alterando y contaminando nuestra vida adulta.
Son variadas las manifestaciones en nuestra vida adulta de esta ira y frustración reprimida, en algunos puede ser directamente teniendo conductas ofensivas, la cual es una de las fuentes principales de la destrucción humana, aunque no siempre el resultado es la violencia, hay personas que se sienten superiores a los demás, pues piensan que la causa de sus problemas está en los otros. Otros serán complacientes con su entorno, camuflando de esta manera sus frustraciones e ira contenida.
Para ayudarnos en este tema, debemos comprender que la principal fuerza motivadora en la vida son las emociones. Son el combustible que nos mueve a defendernos y a satisfacer nuestras necesidades básicas.
Una de las maneras de superar estos desórdenes que contaminan nuestra vida es mediante el rescate de los sentimientos. La vergüenza suele ser en ocasiones una emoción dominante y cuando sentimos ira o dolor por una frustración, a su vez sentimos vergüenza, que para algunos autores en como una emoción auxiliar.
Es por esto que cuando experimentamos emociones, entramos en contacto directo con nuestra realidad física, y como éstas son una forma de energía, se expresan en el organismo antes que nos percatemos conscientemente de que están allí. Son nuestras más grandes facultades y las tenemos que cuidar. Cuando una de nuestras necesidades básicas se ve amenazada, nuestra energía emocional nos lo hace notar.
Pero muchas veces nuestro niño interior está lleno de energía no resuelta, de historias familiares donde estaba prohibido sentir, y la expresión estaba vedada.
El rescate del dolor original pretende reexperimentar estos traumas iniciales y expresar emociones reprimidas. Una vez que esto se logra, la persona ya no tiene que actuar ni interior ni exteriormente las emociones reprimidas.
Será cuestión de aprender a rescatarnos.       

No hay comentarios:

Publicar un comentario