Ahora, nos toca áquell@s que estamos transitando la etapa de la mitad de la vida.
Pude durante este período, preparar encuentros y hasta tener que dar el tema en la universidad para profesionales. Esto ayuda mucho más a uno mismo, que a quienes fue dirigido, ya que se puede trabajar y elaborar desde otro lugar, lo que nos está aconteciendo.
Motivó que escribiera sobre este tema, un artículo que leí de"Mejora emocional", sobre las máscaras, que en breve lo subiré al blog.
Creo que en el período de la mitad de la vida, ya no hay máscara que se resista.
Carl Jüng, en su teoría afirma, que durante la primera mitad de la vida, el ser humano (varón y mujer) realiza una extroversión de cualidades propias. Es decir, vuelca en el afuera, más precisamente en el sexo opuesto, aquello que en realidad le es propio, y para ésto, muestra al mundo, un parte de sí, la máscara. Luego, en la mitad de la vida, su proceso es de introversión, es decir, recoge dentro de sí, aquella energía que le pertenece, para poder ser uno mismo. Esto si bien es enriquecedor, puede llegar a ser desafiante, ya que la persona debe enterarse que aquellas cualidades que puso en el otro sexo, en realidad le son propias. Dentro de esta teoría, la mitad de la vida, es como un punto de cima dentro de un círculo.
Para otros autores, esta etapa es como una meseta o de mediodía. Todo está ahí, evidente, pero no se ve para adelante. Curiosamente, comienzan los primeros signos de presbiscia, donde ya no enfocamos la vista hacia aquello que tenemos cerca. Ya no es tiempo de seguir sosteniendo ideales o idealismo, literalmente se han caído. Es tan intensa como una adolescencia, hay planteos fuertes, toma de decisiones, se corren riesgos, muchas personas reveen su proyecto de vida, pero a diferencia de áquella, al término de la misma, se sabe que aquello que nos espera, es el período de la vejez y la muerte, límites existenciales que nos invitan a reveer cual es nuestro deseo.
Pero a nivel madurez psicológico-espiritual, el regalo que ofrece es la oportunidad que se le da a la persona de ser ella misma, más "yo", más íntegra. Una buena resolución de esta etapa, puede dar lugar a un individuo pleno y sabio.
También he visto, resoluciones desacertadas, personas rígidas, que conservan todo al mejor estilo quijotesco, o también, desde una actitud rígida, caer preza de todo aquello que no se vivió, y tirar todo proyecto existencial, hasta el punto de abandonar valores.
Como conclusión, creo que es una etapa desafiante y grata a la vez. Es la oportunidad que nos da la vida, de encontrarnos con nuestro verdadero ser, con lo más profundo de nosotros mismos, es el abandono y la confianza a recibir lo que ella quiera traer con sus ritmos.
Dejar de conducir, para ser conducidos.
Para áquell@s que se nos regaló el don de la Fe, es abandonarse en Dios, dador de la vida.
Pude durante este período, preparar encuentros y hasta tener que dar el tema en la universidad para profesionales. Esto ayuda mucho más a uno mismo, que a quienes fue dirigido, ya que se puede trabajar y elaborar desde otro lugar, lo que nos está aconteciendo.
Motivó que escribiera sobre este tema, un artículo que leí de"Mejora emocional", sobre las máscaras, que en breve lo subiré al blog.
Creo que en el período de la mitad de la vida, ya no hay máscara que se resista.
Carl Jüng, en su teoría afirma, que durante la primera mitad de la vida, el ser humano (varón y mujer) realiza una extroversión de cualidades propias. Es decir, vuelca en el afuera, más precisamente en el sexo opuesto, aquello que en realidad le es propio, y para ésto, muestra al mundo, un parte de sí, la máscara. Luego, en la mitad de la vida, su proceso es de introversión, es decir, recoge dentro de sí, aquella energía que le pertenece, para poder ser uno mismo. Esto si bien es enriquecedor, puede llegar a ser desafiante, ya que la persona debe enterarse que aquellas cualidades que puso en el otro sexo, en realidad le son propias. Dentro de esta teoría, la mitad de la vida, es como un punto de cima dentro de un círculo.
Para otros autores, esta etapa es como una meseta o de mediodía. Todo está ahí, evidente, pero no se ve para adelante. Curiosamente, comienzan los primeros signos de presbiscia, donde ya no enfocamos la vista hacia aquello que tenemos cerca. Ya no es tiempo de seguir sosteniendo ideales o idealismo, literalmente se han caído. Es tan intensa como una adolescencia, hay planteos fuertes, toma de decisiones, se corren riesgos, muchas personas reveen su proyecto de vida, pero a diferencia de áquella, al término de la misma, se sabe que aquello que nos espera, es el período de la vejez y la muerte, límites existenciales que nos invitan a reveer cual es nuestro deseo.
Pero a nivel madurez psicológico-espiritual, el regalo que ofrece es la oportunidad que se le da a la persona de ser ella misma, más "yo", más íntegra. Una buena resolución de esta etapa, puede dar lugar a un individuo pleno y sabio.
También he visto, resoluciones desacertadas, personas rígidas, que conservan todo al mejor estilo quijotesco, o también, desde una actitud rígida, caer preza de todo aquello que no se vivió, y tirar todo proyecto existencial, hasta el punto de abandonar valores.
Como conclusión, creo que es una etapa desafiante y grata a la vez. Es la oportunidad que nos da la vida, de encontrarnos con nuestro verdadero ser, con lo más profundo de nosotros mismos, es el abandono y la confianza a recibir lo que ella quiera traer con sus ritmos.
Dejar de conducir, para ser conducidos.
Para áquell@s que se nos regaló el don de la Fe, es abandonarse en Dios, dador de la vida.
Moni
Acá van algunas reflexiones sobre la mitad de la vida
ResponderEliminarMoni... me parece que se de lo que hablás!! jajajaja
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