Me refiero ahora a la
cotidianeidad de la relación de pareja. ¿Cómo empieza el nuevo día una relación
de pareja? El hombre mira a
la mujer y
la mujer mira al hombre y sus caras empiezan a relucir. Se complacen mutuamente.
¿No es este un bonito comienzo del nuevo día en una relación de pareja? O sea:
el amor reluce y se muestra al relucir. La más hermosa expresión del amor es
cuando uno se complace con el otro. Así comienza pues el día en una relación de
pareja. Con mirarse mutuamente y complacerse en el otro tal como es. Esto es la
felicidad, la complacencia mutua y hacer algo impulsado por este placer: dar y
tomar. Entonces el día no puede ser lo bastante largo para ellos porque siempre
fluye de un lado a otro entre ellos algo nuevo. Esto es crecer.
Tras decenios de observación y
experiencia, lo esencial que compone la felicidad se ha reducido, para mí, a
tres palabras. En estas tres palabras, si se sienten y dicen en el momento
oportuno, reside el secreto de la felicidad en una relación de pareja.
SI
He insinuado la primera palabra
con el comienzo del día en una relación de pareja. ¿Por qué se complace uno con
el otro? Porque lo admite tal como es. Esta alegría es contagiosa también para
el otro. La palabra que hay detrás es: “Sí”. Si al otro, sí a mí, sí a la
situación, tal como es, y sí a la felicidad.
Claro que a veces se opone algo a
la felicidad: cierta idea. Porque en nuestra sociedad hay que pagar por casi
todo.
Muchos creen que no hay nada
gratis, que todo se paga. Por eso empiezan a pagar también por su felicidad. En
lugar de mirar al otro y complacerse con él, buscan su monedero para pagar con
él la felicidad. Con eso, pronto pierden de vista al otro, y también dejan de
advertir la presencia de la felicidad. Sólo conservan en la mano unas pocas
monedas. Eso es entonces todo lo que queda del placer y la felicidad.
Hay en nosotros un impulso
profundo que extrae su fuerza de la idea: he de pagar por todo lo que he
recibido. Sobre todo por la felicidad. Pero cuando he pagado bastante, hace
tiempo que la felicidad se ha desvanecido.
Esa idea de tener que pagar por
todo existe también frente a Dios. Pagamos a Dios la felicidad regalada con
grandes sacrificios y peregrinaciones y fundaciones y lo que sea. ¿Se complace
él si le pagamos por ello?¿Le importa qué es lo que creemos estar pagando? Es
una idea curiosa.
Hubo una vez en un cursillo mío
uno que se había comprado un Mercedes.
Pero no le estaba permitido, era una felicidad demasiado grande para él. En su
familia sólo se podía comprar Volkswagens, los viejos. Un día, en la autopista,
alguien chocó contra su coche por detrás. Suspiró con alivio. Por fin había
pagado su felicidad.
¿Os suena? Pasa todos los días.
Algunos pagan todo el tiempo. Pagan por la felicidad y pagan por la culpa.
Por favor
Cuando el hombre ha ofendido a su
mujer, por ejemplo con alguna observación malvada, le sabe mal y paga por ello.
Hace que le vaya mal. Es decir que expía lo que ha hecho. ¿Cómo evitar una
expiación así? Con una sola palabra.
Así que el hombre ha ofendido a
su mujer. La ha desdeñado. Incluso ha olvidado su cumpleaños. Eso es muy grave.
Algunos incluso olvidan el aniversario de boda. Entonces la mujer lo mira y
está triste. ¿Qué hacer en este caso? ¿Debe expiarlo’ ¿Se ha de golpear el
pecho? No. La mira y dice: “Por favor”, simplemente “por favor”. Lo lamento.
“Por favor”. Entonces el corazón de ella se abre y la felicidad vuelve a tener
una oportunidad.
Gracias
Ya he mencionado dos de las tres
palabras mágicas para la felicidad “sí” y “por favor”. Aún queda una palabra
especialmente bonita. Esta palabra es “gracias”. Simplemente “gracias”. En una
relación de pareja hay cientos de ocasiones durante todo el día en que uno se
alegra de algo y dice: “Gracias”. Mutuamente.
Así que éstas con las tres
palabras mágicas para una relación de pareja feliz y realizada. De ellas
podemos nutrirnos incluso cuando sobreviene algo difícil.
Hellinger, B. Felicidad
que permanece, Gaia Ed., 2006, págs. 40-42