jueves, 28 de octubre de 2010

Barba azul ( I parte)

En un solo ser humano hay muchos otros seres, todos con sus propios valores,
motivos y estratagemas. Ciertas tecnologías psicológicas aconsejan detener
a estos seres, contarlos, darles un nombre y ponerles unos arneses hasta obligarlos
a avanzar con paso cansino como esclavos vencidos. Pero hacer eso equivale a
detener el baile de los destellos salvajes en los ojos de una mujer y es como detener
su relámpago e impedirle despedir chispas. Nuestra tarea no es corromper su
belleza natural sino construir para todos estos seres una campiña salvaje en la
que los artistas que haya entre ellos puedan crear sus obras, los amantes puedan
amar y los sanadores puedan sanar.
Pero ¿qué vamos a hacer con todos estos seres interiores que están locos y
con los que siembran la destrucción sin darse cuenta? Hay que dejarles sitio incluso
a ellos, pero un sitio en el que se les pueda vigilar. Uno de ellos en particular,
el más falso y el más poderoso fugitivo de la psique, requiere nuestra inmediata
atención y actuación, pues se trata del depredador natural.
Si bien la causa de una considerable parte de los sufrimientos humanos se
puede atribuir a la negligencia, hay también en el interior de la Psique un innato
aspecto contra natura, una fuerza contraria a la naturaleza. El aspecto contra natura
es contrario a lo positivo: es contrario al desarrollo, a la armonía y a lo salvaje.
Es un sarcástico y asesino antagonista que llevamos dentro desde que nacemos
y cuya misión, por muchos cuidados que nos presten nuestros padres, es la
de tratar de convertir todas las encrucijadas en caminos cerrados.
Este poderoso depredador 1 aparece una y otra vez en los sueños de las
mujeres y estalla en el mismo centro de sus planes más espirituales y significativos.
Aísla a la mujer de su naturaleza instintiva. Y, una vez cumplido su propósito,
la deja insensibilizada y sin fuerzas para mejorar su vida, con las ideas y los
sueños tirados a sus pies y privados de aliento.
El cuento de Barba Azul se refiere a eso.
Mujeres
que corren con los lobos
Clarissa Pinkola Estés

lunes, 25 de octubre de 2010

La enfermedad


Un ruiseñor decía cierta vez a un pavo real:                                     
-Cuando yo trino, la gente me rodea para escuchar la belleza y pureza de mi canto; el hombre tal vez sea asesino, pero también es esteta.
El pavo real, después de escuchar con atención, decidió atraer a una muchedumbre para que admirara su hermoso plumaje, incomparablemente más exquisito, que ningún ruiseñor podría exhibir.
Con ese propósito acudió a un lugar donde se congregaban seres humanos y se pavoneó frente a ellos, plegando y desplegando su cola, escondiendo y extendiendo sus plumas ante la mirada de todos.
Uno de los espectadores dijo:
-Ese infortunado pavo real tiene algo que no anda bien; no puede quedarse quieto. Debe ser alguna enfermedad.
En vista de lo cual tomaron al pavo real y lo mataron, no fuese que la enfermedad se propagase a sus aves domésticas.
 Idries Shah
El monasterio mágico

domingo, 24 de octubre de 2010

Rascarse


Había una vez un hombre que se rascaba constantemente.

Lo hacia con tanta frecuencia, que la gente sintió el impulso de preguntarle por qué lo hacia. El hombre sólo respondía: -No lo sé.
Se recurrió a médicos, pero ninguno pudo explicar la causa por la cual se rascaba.
Al cabo de muchos años, la ciudad del «rascador» fue visitada por un sabio. El pueblo llevó al pobre hombre a la plaza principal con el fin de que lo viese el sabio.
Se produjo una larga pausa. Después el sabio habló:
-Esta persona -dijo- se rasca y vosotros me preguntáis la razón. He aplicado mi intelecto al problema y ya os puedo dar mi respuesta: este hombre se rasca porque le pica.

Idries Shah
El monasterio mágico
 

domingo, 17 de octubre de 2010

Palabras de mi madre (poema de Olegario Víctor Andrade)

Ven para acá, me dijo dulcemente
mi madre cierto día.
(Aún parece que escucho en el ambiente
de su voz la dulce melodía)
- Ven y dime qué causas tan extrañas
te arrancan esa lágrima, hijo mío,
que cuelga de tus trémulas pestañas
como gota cuajada de rocío.
Tú tienes una pena y me la ocultas;
¿no sabes que la madre más sencilla
sabe leer en el alma de sus hijos
como tú en la cartilla?
¿Quieres que te adivine lo que sientes?
ven acá pilluelo,
que con un par de besos en la frente
disiparé las nubes de tu cielo.
Yo prorrumpí a llorar. Nada le dije.
- La causa de mis lagrimas ignoro,
¡ pero de vez en cuando se me oprime
el corazón y lloro !...
Ella inclinó la frente pensativa,
se turbó su pupila,
y enjugando sus ojos y los míos,
me dijo más tranquila:
- Llama siempre a tu madre cuando sufras,
que vendrá muerta o viva;
si está en el mundo, a compartir tus penas;
y si no, a consolarte desde arriba.
Y lo hago así cuando la suerte ruda,
como hoy, perturba de mi hogar la calma,
invoco el nombre de mi madre amada,
¡ y entonces siento que se me ensancha el alma !

 

lunes, 11 de octubre de 2010

11 y 6




En un café se vieron por casualidad
cansados en el alma de tanto andar
ella tenía un clavel en la mano.
El se acercó y la preguntó si andaba bien
llegaba a la ventana en puntas de pie
y la llevó a caminar por Corrientes.

Miren todos, ellos solos
pueden más que el amor
y son más fuertes que el Olimpo.
Se escondieron en el centro
y en el baño de un bar sellaron todo con un beso.

Durante un mes vendieron rosas en "La Paz"
presiento que no importaba nada más
y entre los dos juntaban algo.

No sé por qué pero jamás los volví a ver
él carga con 11 y ella con 6
y se reía, el le daba la luna.

Miren todos, ellos solos
pueden más que el amor
y son más fuertes que el Olimpo.
Se escondieron en el centro
y en el baño de un bar sellaron todo con un beso.


jueves, 7 de octubre de 2010

Nada menos





Nada se pierde, nada se vuelve nada
todo te vuelve algún día
¿Que habré hecho yo de bueno, para que la vida crea
que yo te merecía?
Tu amor es más que un mero desconcierto
es más cierto que la poesía
Tu amor es a la vez el contenido y la llave de mi alcancía

Nada, nada menos
Nada, nada menos

Nada se pierde, nada viene de nada
todo vuelve a su destino
¿Que habré hecho yo de bueno, para que la vida te haya
cruzado en mi camino?
Mi estar aquí, mi miedo, mi alegría
te doy todo lo que pido
y este puñado de melodías que un día serán olvido

Nada, nada menos
Nada, nada menos

(en un momento del sueño, nada que nada yo voy nadando
llevas el vaso a tus labios, como si nada
y me vas tragando, me vas tragando)
 
Jorge Drexler